Ajedrea fina (Satureja obovata)


   

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Enciclopedia de Plantas Medicinales


Ajedrea fina (Satureja obovata)
Es un arbusto pequeño, que crece erguido y resulta áspero al tacto.
Es una planta muy frondosa, con las hojas enfrentadas; el tamaño de dichas hojas no supera los 8 mm.
Son de forma obtusa y redondeada en el extremo y se unen al tallo por medio de un rabillo muy corto.
Tienen numerosos hoyuelos donde se almacena la esencia y le dan a la hoja un aspecto como manchado.
Se puede encontrar en la zona este de España, Valencia, Almería y Murcia.
También se halla por toda Andalucía.
Se cría en terrenos áridos y secos.
La ajedrea fina comienza a florecer a partir del mes de julio y continúa durante todo el verano.
Las flores son blancas y nacen en las axilas de las hojas superiores para formar ramilletes terminales con las flores echadas hacia un lado.
En las hojas de esta planta se distinguen numerosos hoyitos, en cada uno de los cuales se aloja una glándula repleta de esencia, la cual comunica a la ajedrea común el intenso aroma que despide.
El sabor de las hojas en crudo es ligeramente picante.
De la recolección interesan las hojas y la sumidad florida; por lo tanto la época de recolección coincide con la época de floración.
La ajedrea fina tiene propiedades muy parecidas a las de la ajedrea común.
Es antiséptica y además cuenta con propiedades tonificantes, aperitivas, digestivas y carminativas.
Esta planta también actúa como astringente, antidiarreica y cicatrizante.
Está indicada en problemas de inapetencia, atonía gastrointestinal, espasmos gastrointestinales, meteorismo, dolores de estómago, bronquitis y en uso externo sirve para curar heridas.
Entre los efectos secundarios, como cualquier esencia, se ha descrito la aparición de erupciones cutáneas consiguientes a su uso por vía interna.
En realidad se trata de un hecho poco frecuente, pero se recomienda siempre empezar el tratamiento con dosis bajas y aumentarlas poco a poco.
Lo que sí es importante es tener precaución si se administra a niños, ya que estos son más susceptibles de padecer problemas alérgicos.
.- Infusión. Las hojas deben estar bien desmenuzadas antes de añadirlas al agua hirviendo; se añade una cucharada de postre por taza.
Se toma una taza después de las comidas.
.- Esencia. De 3 a 5 gotas de la esencia sobre un terrón de azúcar, tres veces al día después de las comidas.
.- Adobo. En la zona este de España se utiliza para preparar las aceitunas.
Antiséptico. Carminativo. Espasmolítico
Fuente: Enciclopedia de Plantas Medicinales
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Aloe vera la planta que cura PROPIEDADES MEDICINALES




Aloe vera la planta que cura
PROPIEDADES
MEDICINALES
Recordemos que, en nuestros países llamados avanzados,
un nuevo medicamento o una preparación hecha con
plantas sólo son reconocidos por la medicina oficial si se
conoce su exacta composición química. Así pues, una planta
como el áloe, que ha dado pruebas desde siglos atrás y que
pertenece a la farmacopea tradicional de los curanderos y de los
herbolarios de todo el mundo, sólo será aceptada oficialmente
cuando haya pasado por el estrecho tamiz del protocolo
experimental. Y cuando se conoce la guerra feroz a la que se
libran en la sombra los laboratorios farmacéuticos, se
comprende mejor el porqué los enormes intereses financieros
en juego consiguen retrasar la puesta en venta libre de
excelentes productos naturales y baratos. Es evidente que una
planta que todo el mundo puede coger en los campos, cultivar
en su terraza o en su jardín, capaz de curar numerosas
enfermedades, crea un cierto desorden en el panorama del
medical business internacional.
Se utilizó primero en polvo*, fabricado a partir de las hojas
secas de la planta que se podían transportar, y también se
utilizó, en los países productores, la savia rosácea secretada por
la piel superficial de la hoja del áloe. Este método de primeras
curas se emplea todavía en las Antillas y en otros numerosos
países del Tercer Mundo. Ha sido tan sólo recientemente que se
ha conseguido estabilizar el gel activo pero inestable de la
pulpa del aloe vera, para uso prolongado. Actualmente es este
gel mucilaginoso que contienen las hojas – la parte más activa
del áloe – lo que se utiliza (Ver : Cultivo y transformación del
áloe, pág. 31 a 34)
La aloína, colagoga*, estomacal*, laxante* y purgante*,
contenida en la “savia” de las células pericíclicas del áloe
representaba para los antiguos un verdadero elixir de larga vida.
Pero eran pocos los entendidos capaces de diferenciar esta
savia amarillo-rosácea del gel incoloro del corazón de las hojas
del áloe. Sin embargo es este gel astringente*, bactericida*,
béquico*, cicatrizante*, fungicida*, antiinflamatorio*,
hemostático*, y virulicida*, la parte más activa de la planta.
Anestesia los tejidos, suprime los picores, (alivia las picaduras
de insectos). Combate también con éxito la fiebre y el
estreñimiento, dilata los vasos capilares y clarifica la sangre. En
dermatología, el gel del áloe revitaliza los tejidos, “digiere” las
células muertas, hidrata las pieles secas y penetra
profundamente la dermis* para su mayor beneficio.
En el curso de la última mitad del siglo, varios
investigadores han enriquecido la lista, ya larga, de sus
propiedades tradicionales, con nuevas funciones : el aloe vera
demuestra ser un excelente regulador biológico y un excelente
inmunoestimulante. Es apreciado por su facultad de acelerar la
regeneración celular postoperatoria. Actualmente, algunos
médicos americanos afirman obtener incluso buenos resultados
en el tratamiento del cáncer y del sida.
La rica composición en elementos nutritivos variados hace
también que la pulpa del aloe vera sea un alimento energético
muy completo.
Pero seamos prudentes. Esta reputación de “planta
milagrosa”, estos elogios, este ditirambo, ¿ No es demasiado
bonito ?
¿ No parece más bien una bella leyenda ? ¿ O quizá una
campaña propagandista vulgar y corriente para promocionar los
mil productos más o menos puros y más o menos eficaces que
se disponen a invadir el mundo ? (Ver : Cómo escoger sus
productos, pág. 53).
Lo que habla en favor de las virtudes intrínsecas del áloe es
que su uso fue adoptado por pueblos muy alejados
geográficamente, como el antiguo Egipto, la India (medicina
ayurvédica), la América precolombina, Madagascar, la
Australia primitiva, etc.
Está claro que esta fama “mágica” desanima y molesta a la
mayoría de científicos; los mismos, por cierto, que se burlan de
las medicinas suaves y niegan la eficacia de la mayoría de las
terapéuticas naturales, que califican de placebos*.
Pero eso no impide que un gran número de farmacéuticos,
biólogos y médicos serios estudien el áloe y confirmen algunas
de sus propiedades legendarias. ¡Mejor todavía! Incluso le han
descubierto nuevas virtudes, en particular sus propiedades
nutritivas.
La pulpa extraída de las hojas de esta planta es rica en
vitaminas, en sales minerales, en aminoácidos, en enzimas, y
también ofrece un alimento energético muy completo.
Pero este gel que se encuentra en las largas y carnosas hojas
de la planta se oxida rápidamente en contacto con el aire, y esta
corrupción le quita la mayoría de sus principios activos. Para
conservarlo, ya lo hemos visto, antaño se hacían secar las hojas
antes de reducirlas a polvo*. Este proceso se utiliza aún en
países tercermundistas, pero en nuestros países industrializados
se ha sustituido por métodos de conservación igualmente
naturales pero más modernos.
Fuente: Marc Schweizer
Aloe Vera
La planta que cura
Tradución Anna-Maria Ascolies

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