GUIA DE MEDICINA NATURAL - CARLOS KOTZEL SOJA O SOYA

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SOJA O SOYA

100 grs. de soja contienen las siguientes sales minerales:
Calcio ................. 200 mg.
Potasio ................ 1.700
Magnesio ............... 240
Hierro . . . . . . . . . .9-1 1
Cloro ................. .......23
Con la soja se preparan productos dietéticos altamente recomendables: polenras, quesos, sírlsas, sopas, etc., y especialmente la leche de soja, producto natufal muy apreciado por los pueblos del Asia oriental, y empleado especialmente en !a alimentación de niños, ancianos y enfermos.
Para extraer la leche de soja, se muelen lar semillas previamente remojadas en agua durante 20 a 24 horas, y luego se filtra, siendo la leche el liquida que se obtiene.
La harina integral de soja es de color amarillento (como la tez de los habitantes de su pais de origen) y posee un agradable sabor a nueces.
Ha de guardase dentro de recipientes bien cerrados, en sitio seco y fresco.
Los granos de soja, pueden utilizarse lo mismo que las legumbressecas usuales, para su uso siga las siguientes instrucciones:
Se pone a remojar en agua fria durante 1 2 horas la cantidad que se desee usar. Se cuece a fuego lento de 2 a 3 horas (si se utiliza olla a presión bastan 25 minutos) y se añade sal y aceite. Pudiendo mezclar al mismo tiempo toda clase de verdura o cereales según gusto.
Tanto con los granos de soja como con la harina integral de soja se pueden preparar un sin fin de platos muy agradables, asi'como dulces y pasteles.
La soja, no solamente es un precioso e inigualable alimento, sino que ademds posee valiosas propiedades terapiuticas que la hacen imprescindibte en la planificación del régimen alimenticio de numerosas dolencias y estados carenciales. En la alimentación de niños raquíticos o débiles, que necesitan una gran cantidad de sustancias nutritivz y activas para su perfecto desarrollo; en las enfermedades infecciosas, particularmente en la tuberculosis, en las afecciones tumorales, como el cáncer; en los diversos tipos de anemia; en los tractornos de las glándulas de secreción interna; en las hipofunciones de las glándulas intestinales; en la convalecencia de enfermedades agotadoras y en muchlsimos otros casos, la soja, además de precioso alimento, es una medicina benéfica.
Para los que padecen de debilidad nerviosa, la soja es un alimento-medicamento
muy indicado, debido a su contenido en lecitina, así como en ácido fosfórico, sustancias que son de gran importancia para el cerebro y el hígado.
La leche de soja puede ser un elemento terapéutico en las afeccie nes debidas al consumo de leche animal, así como en el asma, la bronquitis crónica y en las anginas. Finalmente, recordemos, según hemos apuntado  arriba, que la soja y sus productos son muy convenientes a los que padecen de diabetes.
Los pueblos asiáticos citados al principio tienen en la soja su alimento básico; a ella, y a un régimen de vida austero, deben su reconocida fortaleza corporal y probada inteligencia. Muchos de estos pueblos utilizan la leche de soja en lugar de la leche animal en la alimentacihn
infantil. De ella se obtiene una especie de mantequilla denominada en japonés "miso", un requesón ("tofu") y una salsa muy estimada entre los japoneses que le dan el nombre de "shoyu".
La soja tiene también efectos curativos si se aplica en forma de cataplasma sobre tumores, hernias, etc. A este fin, se muele y reduce a harina previamente.
En Europa todavia no se ha generalizado el empleo de la soja como alimento cotidiano si bien es de uso corriente el aceite de soja, generalmente importado de los Estados Unidos. Sin embargo, su cultivo empieza a extenderse en el viejo continente después que se han hallado variedades que se adaptan a las especiales condiciones cl imatolbgicas de estas regiones.
En el siglo XVI II, la patata, introducida en Europa por el agrónomo francés Parmentier, revolucion6 por completo la atimentacidn de las gentes, especialmente de las masas popu t ares; puede que pronto ocurra lo propio con la soja.
Por el momento, podemos encontrar productos dietéticos a base de soja, particularmente la llamada carne vegetal, la harina integral de soja y el grano mismo de soja, en los establecimientos dedicados a la venta de alimentos de régimen. Esperemos que dentro de poco, nuestras amas de casa, convencidas de las maravillosas propiedades alimenticias y curativas de la soja, la exijan a sus proveedores habituales, y hagan arnptio uso de ella en la confeccion de los platos que constituyen el cotidiano menú de la familia.

Fuente: GUIA DE MEDICINA NATURAL - CARLOS KOTZEL

El debilitamiento de la piel

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Medicina Natural al Alcance de Todos
MANUEL LEZAETA ACHARAN
El debilitamiento de la piel recarga el trabajo de las mucosas a donde se dirigen las materias malsanas que no son llevadas a los poros, debido al mal riego sanguíneo de la superficie del cuerpo. Forzadas las mucosas a realizar un trabajo extraordinario, progresivamente se irritan, congestionan y afiebran.
Lo expuesto nos explica los resfriados, catarros, pulmonías e inflamaciones internas en general.
El resfriado es precisamente un agudo desequilibrio térmico, caracterizado por frío externo y fiebre
en las entrañas. El proceso congestivo e inflamatorio se acentúa de preferencia en los órganos más débiles por predisposición personal o mal régimen de vida.
El desequilibrio térmico llega a su máximo grado en el enfermo moribundo, pues mientras el frío se apodera de su piel y extremidades, la fiebre lo consume por dentro, como lo comprueba su pulso agitado y la inflamación interna que refleja el iris de sus ojos.
Así como a la piel anémica corresponden mucosas congestionadas y afiebradas, el trabajo activo
de la piel descongestiona, refresca y vitaliza las mucosas.
Las enfermedades eruptivas como el sarampión, la viruela, la escarlatina, etc., están destinadas a
purificar el organismo, que antes estaba crónicamente enfermo. En la misma medida que brota el
mal sobre la piel, el interior del cuerpo se descarga de materias morbosas. Al sofocar las erupciones de la piel las materias dañinas buscan su salida por las mucosas produciendo gravísimas inflamaciones y congestiones en los tejidos pulmonares, bronquiales, renales y de los sistemas circulatorio y nervioso.
Lo anterior explica que las afecciones agudas sin fiebre externa sean las más graves y difíciles
de curar.
Los enfermos crónicos, cuya vitalidad está consumida por la intoxicación y por el impotente esfuerzo defensivo de la naturaleza, suelen mostrar una temperatura externa axilar de 35 grados, mientras que la fiebre interna, de alrededor de 40 grados o más se manifiesta por la tremenda actividad del corazón con un pulso de 120 o más latidos por minuto.
Como se ve en este caso, el termómetro puede conducir a error en cuanto a la fiebre se refiere, mientras que el pulso es una guía segura para comprobar la temperatura normal o anormal del cuerpo humano, de acuerdo con mi doctrina, salvo en el caso de que haya daño en los nervios por causa de intoxicación intestinal medicamentosa.
Existe una relación estable entre la actividad del corazón y la temperatura interna del cuerpo. En estado de reposo, en un adulto, 70 pulsaciones por minuto corresponden a un calor de 37 grados
centígrados al interior de su vientre; 80 pulsaciones, acusan temperatura por encima de 37.5
grados; 90 pulsaciones revelan que la fiebre ha subido a 38 grados; a 100 pulsaciones corresponde una fiebre de 39 grados; 110 pulsaciones hablan de 39.5 grados y con 120 pulsaciones la temperatura ha llegado a 40 grados. A medida que aumenta la temperatura al interior del vientre se aumenta la actividad del corazón aun cuando el termómetro bajo el brazo no registre calor anormal.
El pulso inferior a 70 revela debilidad nerviosa por intoxicación intestinal o medicamentosa. Por otro lado, en los recién nacidos, normalmente, las pulsaciones llegan hasta 150 por minuto; a los tres años su número normal es de 100 y a los catorce de 75 para reducirse a 70 a los 20 años.
Pasados los sesenta años el pulso se acelera hasta 80 pulsaciones por minuto debido al aumento del calor interior del cuerpo por anemia de la piel.
Además F iedber lea lcoaclaeln. t ura o fiebre interna, que se origina y mantiene en el intestino, se presenta generalmente en los enfermos una calentura o fiebre local, en la zona u órgano directamente
comprometido en el desarreglo general que siempre arranca en el aparato digestivo. Así, si nos
clavamos una espina en un dedo, pronto notaremos la inflamación local con aumento de la temperatura en el punto afectado. Lo mismo sucede en la pulmonía, la nefritis, la apendicitis, el
reumatismo agudo, etc. El tratamiento curativo deberá contemplar estos dos aspectos del desequilibrio térmico que se requiere normalizar para obtener toda curación o, mejor dicho, vuelta a la salud.
El frío habitual en la piel, pies o manos denuncia fiebre interna con deficiente circulación de sanguínea exterior; la sangre que falta en estas regiones está congestionada al interior del
organismo y sobre todo en el vientre.
La calentura o fiebre interna que jamás llegan a conocer los facultativos rutinariamente guiados por el termómetro, es el enemigo que debemos combatir en todo enfermo, en lugar de perseguir al microbio, que siempre está bien donde la Naturaleza lo ha colocado.
Tengamos siempre presente que a 37 grados de calor en el cuerpo no hay virulencia en ningún
microbio, como se explicará más adelante.

Fuente: Medicina Natural al Alcance de Todos
MANUEL LEZAETA ACHARAN

ZANAHORIA

  ZANAHORIA • Nombre Científico: Daucus carota  • Descripción: La zanahoria silvestre, de la que proceden los diversos tipos cultivados, se ...