Salud natural - 3/ HISTORIA Y DOCTRINA

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3/ HISTORIA Y DOCTRINA
El Naturismo es tan antiguo como la Creación, pero sólo ha llegado a
tomar beligerancia es nuestros días para defender a la humanidad de la
ofensiva diabólica de la Teoría Microbiana que atribuye a los microbios la
causa de las dolencias del hombre.
El Autor.

La Medicina Natural o ciencia de la Salud nació con el hombre y fue practicada por los sacerdotes
egipcios y caldeos. También la cultivaron los filósofos de la antigüedad.
Hipócrates formuló las reglas del verdadero arte de cura, cuya clave, expresada en su clásica frase natura medicatrix, o sea “la Naturaleza es la que cura”, ha sido olvidada por los profesionales con su actuación antinatural que conduce a la dependencia de los fármacos y la mutilación del cuerpo. La acción tóxica de los venenos farmacéuticos es el agente que deprime y anula la fuerza curativa natural que posee todo organismo, llegando a paralizar hasta impedir toda reacción salvadora. La mutilación de las entrañas también hace imposible restablecer la normalidad funcional del organismo, vale decir la naturaleza.
Las fuerzas de la Naturaleza no mandan ya en el cuerpo que está bajo la acción de medicamentos y esta es la razón por la cual las drogas suprimen los síntomas, que siempre constituyen una defensa del organismo.
Frente a las actividades médicas de los filósofos y sacerdotes que actuaban a plena luz, los hechiceros crearon un arte diabólico, misterioso y a la sombra. En lugar de los agentes naturales de que se servían los médicos filósofos, los hechiceros recetaban a sus enfermos substancias tóxicas, estimulantes o calmantes a bases de ponzoñas de serpientes y de sapos, excrementos y otras inmundicias que preparaban para disimular su repugnante naturaleza.
Así se explica el origen de las dos medicinas que, según el doctor Paul Carton, se disputan la atención de los enfermos: Medicina Blanca o filosófica y Medicina Negra o de hechiceros.
Los preparados farmacéuticos actuales, las vacunas y los sueros de cultivos de microbios nada tienen que envidiarle a las inmundas medicinas de los hechiceros. Y en contra esa falsa medicina surgió una reacción para salvar a la Humanidad. Esa reacción surgió del campo de los enfermos no del de los facultativos.
Enfermos fueron Priessnitz, Kneipp, Kuhne, Rikli, Just, Padreo Tadeo y también el autor de estas
líneas. La comprobación personal del fracaso de la medicina que pretende restablecer la salud con tóxicos de farmacias, agentes de laboratorios y con sangrientas intervenciones quirúrgicas llevó a estos enfermos rebeldes a buscar el camino de la verdadera salud con las luces de su razón.
La medicina universitaria es una profesión de carácter económico, inadecuada para satisfacer las
necesidades del enfermo que necesita controlar y defender su normalidad funcional por sí mismo.
Consciente de los defectos de sus conocimientos y necesitando imponer una autoridad y prestigio la medicina facultativa se ha organizado en asociaciones férreamente disciplinadas para suplir el poder de su ciencia.
Doctrina Térmica de Salud
Este concepto es enunciado por vez primera en el campo de la salud humana y tiene la siguiente
historia:
En el año de 1899 ingrese a la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, pero me vi
obligado a interrumpir mis estudios al caer víctima de sífilis. Después de largos años de enormes
gastos con todo tipo de especialistas, huyendo de mí mismo me fui a un pueblo en donde
casualmente me topé con un monje capuchino que me dijo “¿Has venido a verme? Te espero en
mi consulta porque estás muy enfermo” en la consulta le dije que de acuerdo con los análisis de
laboratorio ya no tenía el microbio de la sífilis y que los médicos diagnosticaban neurastenia. “Te
equivocas tú y se equivocan los médicos, la enfermedad la tienes en la sangre”, me replicó el Padre.
Recibí la “receta” que prescribía paseos descalzo por el rocío del pasto al salir el sol, frotaciones y
chorros de agua fría a distintas horas; envolturas húmedas de todo el cuerpo, alternando con vapores de cajón, excursiones con ascensión a cerros, etc. Aunque me parecía difícil que estas prácticas pudieran ayudarme a recuperar mi perdida de salud, me sometí a ellas con puntualidad y constancia.
Antes de quince días de tratamiento se me abrió un horizonte de felicidad y bienestar desconocido, pero al mismo tiempo apareció un abundante flujo uretral que los médicos me habían “curado” años antes, sofocando su expulsión del cuerpo y obligándolo a retener esas impurezas que me causaron inflamación prostática, estrechez de la uretra y hasta retención de la orina.
También tuve inflamación de los ganglios de las ingles, axilas y cuello, apareciendo además erupciones y llagas por todo mi cuerpo.
Con esas novedades volví a la consulta y le dije: “Me estoy pudriendo Padre, mire lo que me pasa”... Contestó: “Estás salvado, ahora vas a expulsar la enfermedad que los médicos te echaron en la sangre”.
Más de un año estuvo mi cuerpo eliminando pus por la uretra, llagas y postemas, sin ninguna otra
complicación y sintiendo cada día una felicidad de vivir nunca antes conocida, misma que conservo hasta la fecha, a la edad de 77 años.
Ante la elocuencia de estos hechos, me di cuenta que las drogas eran incapaces de devolver la salud perdida y que ésta sólo podía mantenerse y recuperarse mediante la acción de los agentes vitales que ofrece la Naturaleza en el aire, la luz, el sol, el agua fría, la tierra, las frutas y vegetales crudos. Tomé entonces la resolución de dedicar mi vida entera al estudio, práctica y difusión de la verdad en cuanto a salud se refiere, la que providencialmente había llegado a conocer al margen de la medicina facultativa.
Durante nueve años seguí las sabias enseñanzas y prácticas del Padre Tadeo de Winsent.
Cuando este sabio Capuchino alemán abandono Chile para irse a curar a los leprosos de Colombia. Me dediqué a estudiar las obras de sus maestros especialmente de Monseñor Sebastián Kneipp.
Cómo concebí la Doctrina Térmica
La salvadora experiencia del sistema Kneipp me llevó al estudio de los otros grandes maestros.
Sin embargo, no encontré en estos genios intuitivos la Doctrina Filosófica que explicara la recuperación de mi salud y reuniera sus puntos de vistas. En ese empeño felizmente conocí la Iridología. El estudio de numerosas obras sobre el tema me llevó a la conclusión de que no había
nada aprovechable en el examen del Iris de los ojo si este se realizaba con criterio anatómico o patológico.
En cambio, la idea que se despertó en mí como fruto de mis observaciones y experiencias me
llevó a formular mi Doctrina Térmica como base de la normalidad en el funcionamiento del cuerpo.
Así, mi Doctrina Térmica pudo servir de piedra angular que fundamenta los diversos sistemas de
quienes han dado vida al Naturismo Universal.
Como lo expongo en mi libro El Iris de tus Ojos revela tu Salud, mi Doctrina Térmica saca por
primera vez el problema de la salud del trillado campo de la Patología y la Terapéutica colocándolo
en el de la temperatura. Este nuevo concepto viene a dar fisonomía al naturismo sacándolo de la
confusión y la anarquía.
La vida civilizada lleva al hombre al desequilibrio de las temperaturas de su cuerpo, afiebrando
diariamente sus entrañas con la cocina y debilitando el calor de su piel con ropas y abrigos inadecuados. De aquí el origen de todo desarreglo funcional que se inicia con resfriados e indigestiones.
Según esto, los distintos sistemas naturistas de hidrópatas, fisiatras, trofólogos, nudistas, dietistas,
vegetarianos, etc. Obtienen sus éxitos actuando sobre las temperaturas del cuerpo, pero en una forma rutinaria que conduce al curanderismo. Mi Doctrina Térmica permite establecer, por el examen del Iris, la necesidad que existe en todo enfermo de afiebrar su piel y refrescar sus entrañas. Esta doble finalidad siempre debe realizarse para obtener la normalidad funcional delorganismo, la Salud integral. Sólo varía la intensidad de las aplicaciones adecuadas cada caso, de acuerdo con las necesidades que se descubren en el iris y con las condiciones personales del sujeto.
Mi Doctrina Térmica complementa los aforismos conocidos como fundamentales en la Ciencia de
la Salud. Así tenemos que “no hay enfermedades, sino enfermos”, o sea individuos faltos de salud
por desequilibrio térmico del cuerpo en grado variable.
Además, “la Naturaleza es la que cura”, lo cual se logra restableciendo el Equilibrio Térmico del cuerpo.
Sin darse cuenta, toda la terapia Naturista ha justificado mi Doctrina Térmica, ya que su arma principal es el agua fría en el tratamiento de los enfermos. Lógicamente este elemento es incapaz
de matar microbios, pero es indispensable para normalizar las temperaturas del cuerpo, siempre
víctima de fiebre o calentura.
Una vez aceptada mi Doctrina Térmica, la higiene se reduce a mantener el cuerpo en Equilibrio
Térmico mediante el cumplimiento de la Ley Natural y todo procedimiento curativo debe dirigirse a
restablecer dicho equilibrio.
La Doctrina Térmica enseña al hombre a mantener o recuperar su salud mediante el equilibrio de las temperaturas internas y externa de su cuerpo. Esta Doctrina es una Ciencia de la Salud al margen de la Medicina.
Desarreglo funcional del organismo
por desequilibrio térmico del cuerpo
Este es el fenómeno característico del estado de enfermo sin distinción de nombres o síntomas.
Definamos de una vez lo que entiende por fiebre mi Doctrina Térmica.
Fiebre o calentura es un fenómeno de naturaleza inflamatoria y congestiva. Se origina por reacción nerviosa y circulatoria cuando los nervios son irritados o sometidos a trabajo mayor que el normal. El calor febril es efecto de la reacción nerviosa y circulatoria.
La enfermedad no es obra del demonio, ni del microbio, sino desarreglo funcional por fcioembroe egna sgtraodinote vsatirniaabl,l e revela el iris de los ojos de todo enfermo y generalmente lo confirma su pulso. Corrompiendo los alimentos, esta fiebre debilita y mata la vida por desnutrición e intoxicación progresiva de sus víctimas, como se explicará más adelante.
La fiebre interna también altera o incapacita las funciones de nutrición y eliminación de los pulmones porque acelera la actividad del corazón que enviando la ola sanguínea con demasiada frecuencia a los pulmones, congestiona sus tejidos reduciendo su capacidad de aire.
La fiebre interna también debilita las funciones de la piel, tercer riñón y tercer pulmón, porque produce anemia, es decir, deficiencia de la circulación sanguínea en este órgano, en la misma medida que aumenta la congestión en las entrañas.
Es así como la fiebre interna altera la salud y mata la vida incapacitando al cuerpo para nutrirse y
desintoxicarse normalmente.
El enemigo que se debe combatir es todo enfermo y en toda dolencia no es el microbio sino la fiebre. En realidad se muere de “fiebre” y no de “infecciones”.
“Buenas digestiones” y no “inyecciones” son el recurso curativo que triunfará en toda dolencia.
No olvidemos nunca que la digestión sana requiere ante todo de una temperatura normal en el aparato digestivo.
El agente que realiza la vuelta a la salud es la fuerza vital del enfermo. Esta fuerza se mantiene y activa con buenas digestiones y con actividad funcional de la piel, o sea buenas eliminaciones,
funciones ambas que requieren equilibrio de las temperaturas internas y externas del cuerpo.
Como veremos, el hombre es el único ser de la Creación que desequilibra las temperaturas de su cuerpo, debilitando su piel con vestidos y afiebrando sus entrañas con los esfuerzos a que se
somete su aparato v digestivo para procesar alimentos inadecuados.

Fuente: Medicina Natural al Alcance de Todos
MANUEL LEZAETA ACHARAN
Proyecto Digitalización:
- Instituto Estudios Salud Natural de Chile
- Eco-Granja-Hôma de Olmué Digitalizado en el
2005/2006 por: Pablo Moscoso A.
Se contó con la cooperación de: Diana e Ixchel quienes dictaron y escribieron algunos
capítulos del libro, Esteban La Regla quien amablemente facilitó su escaner para digitalizar las
fotos y los últimos capítulos y especialmente a Lorena López por prestar y dejar ocupar su
computador.

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