Guía de medicina natural – Carlos Kozel
Hace algún tiempo nos contaron el caso de una señora que
habiendo
leído en alguna parte las excelencias de la cura de limón y
de ajo, la
realizo con éxito, a pesar de haber tomado, durante la cura,
los mismos
alimentos que antes acostumbraba a tomar. En su cuerpo
aparecieron
numerosos granos, lo que no era, ni mucho menos, un signo
desfavorable.
Lo que se imponía en este caso era darse baños de vapor y
cataplasmas
de linaza, u otras similares, para facilitar la maduración
de los
granos. En estos casos dan también excelentes resultados
compresas
preparadas a base de cebolla bien picada mezclada con barro
y miel que,
aplicadas sobre los granos, hacen que estos se abran y
expulsen el pus.
Acabada la supuración, se los puede hacer cicatrizar con
unturas de
aceite de almendras, cataplasmas de linaza y barro. El
organismo de la
paciente, bajo la acción de la cura de limón y de ajo,
quería expulsar los
venenos acumulados, lo que hizo a través de los granos, cosa
que hubiera
sido enormemente facilitada con el auxilio de otros medios
naturales
de curación, tal como hemos expuesto. Pero esa señora no lo
hizo así,
tal vez por ignorancia, tal vez por pereza y comodidad; de
manera que si
el organismo y las curas naturales cumplieron su misión, no
así la paciente,
que sólo hizo una parte de lo que convenía hacer en su caso,
de
manera que los granos volvieron a cerrarse sin haberse
vaciado de su
contenido purulento y volviendo a padecer dicha señora los
mismos
dolores y molestias. ¿De quien es la culpa? Son muchos los
pacientes
que no llevan a termino la totalidad de los tratamientos
naturales necesarios
para su caso, y luego achacan el fracaso a los factores
naturales de
curación, cuando la culpa es solo suya. Son de ver también
aquí las
sutiles redes de los poderes de las tinieblas. Nadie debería
desanimarse
ante momentáneos y aparentes fracasos. Que revisen bien su
caso y los
medios empleados para combatirlos: pronto se darán cuenta de
que el
falto no reside en los medios naturales de curación, sino en
los hombres
mismos, los cuales muchas veces no saben emplearlo bien.
Lo que en suma queremos poner de relieve con todas nuestras
explicaciones sobre las doce frutas, verduras, plantas y sus
zumos, dotados
por Dios de un singular poder curativo, es que jamás se debe
ser
extremista, fanático, o exclusivista, y mucho menos aún en
el campo de
la curación natural. A menudo sucede en la vida corriente
que los oyentes
o los lectores, entienden y aplican las cosas de un modo
distinto a
como realmente son las explicaciones y los consejos del
orador o del
escritor. Este peligro es consubstancial con el hombre. Esto
nos mueve a
llamar la atención sobre el hecho de que la Naturaleza compendia un
sistema completo formado por muchos factores curativos que,
a poco
que sea posible, deben ser actuados conjunta y
simultáneamente, pues
todos son eslabones de una misma cadena.
Si hablamos aquí de doce remedios netamente naturales,
bendecidos
y dotados por Dios de un especial poder curativo, no
queremos
significar que han de ser sólo ellos los empleados para
curar las enfermedades.
Estos doce remedios, aquí preconizados, pertenecen como todo
otro factor curativo natural al conjunto del sistema y, por
tanto, deben
ser empleados junto con los demás factores. ;Qué oportuno
hubiera
sido, en el caso de aquella señora a que antes nos hemos
referido,
aplicar también "tratamientos hidroterápicos"
(baños de vapor), ya que
los limones y los ajos habían cumplido su importante misión,
llevando a
la superficie de la piel los venenos en forma de granos!
¡Cuán natural
es, por ejemplo, que quien practica el ayuno no solo se
abstenga de
comer sino que, además, utilice otros importantes factores
curativos,
tales como el "ejercicio", la adecuada
"respiración", etc., para que se
realice mejor y más de prisa la limpieza! Durante el ayuno,
tómese
también (si no se siente demasiada debilidad) un baño de
larga duración
a la temperatura de la sangre, para realizar de este modo la
expulsión de
los venenos por la piel. Baños de asiento calientes son
igualmente buenos
para coadyuvar a la eliminación, así como las fricciones con
toallas
o esponjas húmedas, etc. (véase volumen tercero).
Fuente: Guía de medicina natural - Carlos Kozel
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