Aloe Vera
La amputación
En su libro The Silent Healer (El curandero silencioso),
Bill Coats narra : “El Dr. David K. Shelby sale del quirófano visiblemente
desanimado. Acaba de operar por sexta vez a un chico cuya pierna padece una
infección generalizada de la tibia.
Su pronóstico es pesimista. Si, a pesar de los antibióticos,
la infección prosigue como lo ha hecho tras las precedentes operaciones, habrá
que operar por séptima vez, y en esta ocasión se deberá sacrificar la
pierna...”
Unas semanas antes, su joven paciente había sido víctima,
yendo en bicicleta, de un accidente de carretera. Un coche lo atropelló y le
tuvieron que amputar el pie izquierdo, triturado en el accidente. Esta primera
operación se desarrolló normalmente, sin más complicaciones, y los cuidados
postoperatorios aportaron al paciente la cobertura antibiótica necesaria para
evitar infecciones secundarias.
Sin embargo, rápidamente apareció una infección por el
bacilo proteus, contra la que, a pesar de los más atentos cuidados del Dr. Shelby,
fracasaron todos los tratamientos antibióticos. El médico probó todos los
antibióticos conocidos susceptibles de frenar la infección. Todo fue en vano.
Ya no le quedaba más que el recurso de una nueva operación.
Me hallaba por casualidad en este hospital cuando el Dr.
Shelby explicaba su pesar ante el caso. “Hemos probado todos los antibióticos
que se conocen, pero nada funciona. Ya lo he operado seis veces, subiendo cada
vez un poco más arriba a lo largo de la pierna... cuando llegaré a la cadera,
morirá...”
Comprendí inmediatamente el dilema del Dr. Shelby. Entonces
le hablé de los extraordinarios éxitos que algunos de sus colegas habían
conseguido con nuestro Aloe 99, gel contra las infecciones, y le presenté
algunos resultados de nuestros estudios bacteriológicos. Parecía impresionado
pero expresó algunas reservas en cuanto a la probable toxicidad del producto.
Dos médicos presentes en nuestra discusión y que ya habían utilizado nuestro
gel lograron convencer al Dr. Shelby de que lo probara, explicándole los casos
que habían tratado con nuestro producto sin encontrar efectos secundarios ni
contraindicaciones.
Pensando que no tenía nada que perder, Shelby empezó en
seguida el tratamiento. Introdujo un tubo en el hueso y por él vertió gota a
gota nuestro gel puro de aloe vera.
En pocas horas la infección se estabilizó y, en cuarenta y
ocho horas, había desaparecido. El chico está curado, y gracias a su prótesis,
está en plena actividad y goza de buena salud”.
(Dallas, Tejas, USA. Octubre 1975).
Fuente: Marc Schweizer
Aloe Vera
La planta que cura
Tradución Anna-Maria Ascolies
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