Café y enfermedades cardiovasculares
Como las propiedades antioxidantes de los compuestos
fenólicos del café han
sido probadas in vitro y en animales, los estudios
epidemiológicos deberían
corroborar que un alto consumo de café reduce el riesgo de
enfermedad coronaria
en seres humanos; pero los datos de tales pruebas son
inconsistentes y fluctúan
desde los que no muestran asociación alguna entre ambos
hechos, quienes
indican cierto grado de reducción del riesgo, o incluso los
que afirman que el
consumo de café lo incrementa notablemente.
En una investigación prospectiva llevada a cabo en
Copenhagen 22 en alrededor de
3 000 hombres sin antecedentes de enfermedades
cardiovaculares, se encontró que en “no fumadores” (o fumadores solo de un
reducido número de cigarrillos) el consumo
de café se asociaba
con un menor riesgo de cardiopatía isquémica; mientras que en el estudio
multivariado de Framingham 23 (donde se analizó la ingestión de café referida
por más de 6000 mujeres y hombres entre 1954 y 1973) no se halló asociación
alguna entre el consumo de este y los trastornos cardiovasculares, así como
tampoco entre
los fumadores y no fumadores.
En los restantes artículos publicados se vincula el consumo
del café con un incremento
del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, a
saber:
Una relación positiva entre el consumo de café y el
colesterol sérico (p < 0,001)
en pacientes infartados de varias regiones de Italia, lo
cual se repitió en hombres
japoneses residentes en Hawai y se mantuvo en un estudio
realizado 6 años después, donde no estaba presente en otras fuentes de cafeína;
24 y una asociación entre el número de tazas de café por día y los niveles de
colesterol plasmático en cerca de
20 000 hombres y 20 000 mujeres noruegos, seguidos
clínicamente por más de 6 años. 25
Es oportuno señalar que la relación positiva entre consumo
de café y niveles de
colesterol podría deberse a la fracción rica en lípidos,
presente solo en el café hervido
y no en el colado, pues esta fracción eleva
significativamente el colesterol de LDL de forma dosis-dependiente, lo cual no
sucede con el café filtrado y pudiera indicar que su modo de prepararlo podría
ser un factor a tener en cuenta al valorar su efectos; 1 pero ello requiere de
nuevos estudios.
Al evaluarse la relación entre café, cafeína y variables
hemostáticas no encontraron evidencias de que el primero produjera reacciones
desfavorables que pudieran elevar las tendencias trombóticas; 26 sin embargo,
en un estudio efectuado en Honolulu, 27 el riesgo de accidentes vasculares
encefálicos troemboembólicos en hombres de 55 a
68 años e hipertensos fue más del doble en los que consumían
3 tazas de café diarias
en comparación con los que no lo ingerían, lo cual llevó a
recomendar la reducción
de su consumo en personas con estas características.
Los hallazgos parecen descartar a la cafeína o la adicción
al cigarrillo (más frecuentes
entre los tomadores de café) como los causantes de tal
asociación, pues después de los ajustes para factores de riesgo como el tabaco
se observó poca asociación entre el consumo del equivalente de cafeína de 5
tazas de café y muerte cardíaca súbita, aunque los niveles mayores elevaron en
ocasiones de forma moderada el riesgo 28 o no lo
elevaron. 29
Varios estudios transversales, de casos y controles y de
cohorte han relacionado
la homocisteinemia con la morbilidad y mortalidad por
enfermedades cardiovasculares; 30 factor de riesgo comparable en gravedad con
la hipercolesterolemia y el hábito de fumar: los 2 más importantes para
presentar dichas afecciones. Se ha encontrado una
relación directa entre los niveles de homocisteína sérica y
el consumo de café, pues
los individuos que lo ingieren mayor cantidad, son los de
mayor nivel de homocisteína, 31 lo cual parece ser debido al efecto del ácido
clorogénico, muy abundante en el café.
Los tomadores de café consumen más de 1 gramo de ácido
clorogénico al día.
Dos gramos de este último, ingeridos por voluntarios sanos,
elevó en 12 % la
concentración de homocisteína 4 horas después de hacerlo y a
las 20 horas aún se
mantenía elevada en 4 %, 32 de donde se deriva que la
disminución en el consumo
del café podría reducir las concentraciones de homocisteína
sanguínea. 33 Faltaría por ver si la elevación de la homocisteína asociada al
café influye sobre el riesgo de enfermedades cardiovasculares, pues por otro
lado, el ácido clorogénico es un antioxidante in vitro con efectos
evidentemente contrarios. 10
La relación consumo de café y riesgo de enfermedades
cardiovasculares no es
un asunto concluido, en lo cual inciden la causa
multifactorial de la ateriosclerosis,
la existencia de una correlación entre la predisposición del
paciente a adquirirla y
factores ambientales y lo difícil de distinguir entre los
efectos de un único factor de riesgo, pues a veces muchos de ellos se hallan
fuertemente interrelacionados en el mismo individuo.
Fuente: Instituto Superior de Ciencias Médicas de Villa
Clara “Zerafin Ruiz de Zárate”
CAFÉ, ANTIOXIDANTES Y PROTECCIÓN A LA SALUD
Dr. Alfredo Gutiérrez Maydata 1
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